LIVE SESSIONS: El formato audiovisual más rentable de la industria de la música

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Por Eric Dawidson


Desde la introducción del cine sonoro en 1927, el audiovisual sirvió como herramienta clave para la masificación de la música. Ese mismo año “El cantante de Jazz”, considerada la primera película sonora, se estrenaba en Estados Unidos y ganaba el Oscar a Mejor Película. Tres años más tarde, en el barrio porteño de San Telmo, se filmaban diez cortometrajes donde Carlos Gardel con su guitarra interpretaba en vivo sus tangos más famosos hasta el momento, dando vida a la primera Live Session de la historia. Este material, estrenado en cines bajo el nombre de “Encuadres de canciones”, no solo expandiría el alcance popular de Gardel, sino que sería el puntapié inicial para su despegue internacional como actor en Hollywood, transformando al zorzal criollo en una figura icónica en todo el mundo.

Décadas más tarde, la televisión se convirtió en el nuevo epicentro. Las transmisiones de los conciertos de The Beatles, el fenómeno masivo de Eurovisión y programas como El show de Ed Sullivan rompieron récords de audiencia, mostrando cómo la música en vivo frente a cámaras podía capturar la atención de millones de personas alrededor del mundo.

Un caso clave fue el especial navideño de Elvis Presley68 Comeback Special en 1968, que no solo marcó su esperada vuelta a los escenarios, sino que lo mostró en un formato íntimo con una puesta en escena revolucionaria para la época. Años más tarde “El Rey” protagonizaría el histórico Aloha from Hawaii (1973), transmitido por ondas satelitales a más de 40 países en vivo: fue la primera vez que un recital se vio en simultáneo en distintas partes del planeta, marcando un antes y un después en la forma de experimentar la música a distancia. La tecnología empezaba a conectar artistas y audiencias como nunca antes, y la televisión, en ese contexto, se volvió un escenario global.

Antes de que existiera YouTube o los DVDs, algunos recitales en vivo ya habían llegado al cine y se volvieron eventos históricos. Woodstock (1970) fue de los primeros en marcar la cancha: más que un concierto, fue el retrato de toda una generación, con Hendrix, Joplin y Santana incendiando el escenario y ganando el Oscar a Mejor Documental.

En Argentina, la película Rock hasta que se ponga el sol (filmada durante el B.A.Rock del ’72) documentó el nacimiento del rock nacional con Spinetta, Vox Dei y Moris, entre otros. Una década más tarde, en el B.A.Rock ’82, se registró otra etapa clave del movimiento: Charly, León, Serú Girán, Riff, Baglietto, todos juntos en un momento de transición política y cultural. Más que recitales filmados, estas películas son cápsulas del tiempo que trascendieron la experiencia musical para dejar una huella imborrable en la sociedad. 

Quienes tenemos más de 40 recordamos con nostalgia espacios en la televisión argentina como La Botica del Tango, Badía y Compañía, los conciertos de Los Tres Tenores por Canal 13 o los programas dominicales Ritmo de la noche y Hacelo x mi, donde las bandas de moda, nacionales y extranjeras, se presentaban logrando los picos de rating más altos de la televisión por esos días (aunque en estos últimos nos siempre la música era tocada en vivo, comúnmente las bandas hacían playback causando cierta controversia).

En los años 90, los DVDs en vivo se volvieron objetos de culto. Venían acompañando ediciones especiales o discos dobles, pero sobre todo las copias piratas eran las que circulaban entre fanáticos. Para las bandas, era una forma de mostrar su propuesta en otro formato, de dejar registro de una etapa o de llegar a gente que tal vez nunca los había visto en vivo. Y para el público, era una forma de estar ahí, de revivir un recital mil veces desde el sillón y sentir esa conexión con el artista aunque fuera a través de una pantalla. 

Sin embargo, fue con la llegada de MTV Unplugged que todo cambió. Este formato no solo ofrecía nuevas versiones acústicas de artistas consagrados, sino que desde lo visual planteaba una estética íntima y cuidada que impactaba directamente en la experiencia sonora, transformando cada episodio en una obra en sí misma. El de Nirvana,The Cranberries, Charly García o Soda Estereo por ejemplo, no solo se convirtieron en un hitos musicales sino en testamentos emocionales que definieron a toda una generación.

El salto a lo digital

La aparición de YouTube en 2005 democratizó el acceso y distribución. Los artistas independientes encontraron en las live sessions una plataforma poderosa para difundir su música y llegar a nuevas audiencias globales sin intermediarios. Sumado a esto, la irrupción en el mercado audiovisual de las cámaras digitales propiciaron que gran cantidad de realizadores tuvieran al alcance de su mano la posibilidad de crear contenido. 

Así surgieron canales como @BDFilmUK y @La Blogothèque, pioneros en capturar a músicos tocando en vivo en escenarios poco convencionales: en la calle, en terrazas, en estudios caseros o espacios íntimos, siempre priorizando una ingeniería sonora de alta calidad.

La Blogothèque, por ejemplo, revolucionó el formato con sus Concerts à Emporter (Take Away Shows), donde artistas como Bon Iver, Phoenix o Beirut interpretan sus canciones mientras caminan por las calles de París, generando un efecto de espontaneidad y cercanía que difícilmente se logra en los escenarios tradicionales. Cada video es casi un pequeño cortometraje documental, que muestra a los músicos interpretando sus canciones de manera simple y cruda en lugares icónicos de la ciudad.

Luego llegó Tiny Desk Concerts (de NPR), inspirado en ese espíritu crudo y honesto. Su set minimalista —una oficina llena de libros y estantes— permitió que desde Coldplay hasta Anderson Paak mostraran otra faceta de su música. Muchos lo comparan con el mítico último concierto de The Beatles en la azotea de Apple Records: cercano, cálido, sin grandes pretensiones técnicas, pero cargado de impacto.

La industria musical, atenta a estas tendencias, rápidamente volvió a poner el ojo en los formatos audiovisuales en vivo. Las sesiones no solo ofrecen contenido atractivo para difundir artistas, sino que amplían su repertorio, generan ingresos a través de monetización, licencias, y fortalecen el vínculo con los fans.

¿Qué hace que una live session sea inolvidable?

Hay muchas variantes posibles:

  • Puede filmarse en un entorno natural paradisíaco, como hace Cercle (que ha grabado sets de música electrónica en castillos franceses, montañas suizas o incluso en globos aerostáticos).
  • Puede tener una propuesta artística minuciosamente diseñada, como las sesiones de Colors, minimalistas pero ultraestéticas: el artista canta o rapea solo, frente a un fondo monocromo brillante, sin distracciones, iluminado de manera perfecta.
  • Puede ser una reinvención estética del material original, como en From the basement y MTV Unplugged, o un cruce entre artistas de géneros muy distintos, como sucede en algunos shows de Saturday Night Live, que mezclan pop, rap, indie y folk.

Pero, en todos los casos, lo que hace que una sesión sea realmente memorable es la sensibilidad con la que el músico logra transmitir su arte a través de la pantalla. Es esa magia cruda, ese momento irrepetible, lo que convierte a una live session en algo que los espectadores comparten, comentan y guardan en su memoria emotiva a través de la retina.

En definitiva, las live sessions no son solo un formato rentable: son una ventana privilegiada a la esencia de los músicos. Mientras exista público dispuesto a dejarse emocionar, estos registros seguirán siendo una de las herramientas más poderosas para conectar sonido, imagen y emoción.

Algunas live sessions que marcaron tendencia:

Bizarrap Sessions — El productor argentino Bizarrap logró que cada una de sus colaboraciones se convierta en un fenómeno viral, mezclando freestyle, trap, reggaetón y electrónica con artistas de todo el mundo.

Sofar Sounds — Sesiones acústicas secretas en salas íntimas, donde los asistentes no conocen el line-up hasta el momento del show.

From the Basement — Se lanzó en 2006 y se diferencia por su enfoque íntimo, minimalista y técnicamente impecable

MTV Unplugged — Desde Nirvana hasta Shakira, cada episodio redefinió la relación del artista con su público.

Tiny Desk — Una vitrina para artistas consagrados y emergentes, con un enfoque cálido y directo.

Saturday Night Live — Uno de los escenarios televisivos más icónicos para shows en vivo, con performances que muchas veces quedan grabadas en la historia pop.

Cercle — Electrónica en paisajes extraordinarios, fusionando naturaleza, arquitectura y música.

Boiler Room — Cultura rave y underground, transmitida en vivo para todo el mundo.

La Blogothèque — El pionero del indie íntimo y callejero, llevando la experiencia musical a contextos inesperados.

Colors — Cada sesión se construye alrededor de un solo color, que funciona como telón de fondo, potenciando al máximo la presencia del artista, su voz, su estilo y su carisma.

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