La ilusión Y2K y el futuro que nunca llegó

¿Por qué los 2000s se veían más futuristas que ahora? Un recorrido por los videoclips que soñaron un mañana utópico; y cómo comenzaron a volverse más crudos, más sombríos…
Missy Elliott - The Rain

MÚSICA

VISUAL

LABELS

No se menciona

PRODUCTORAS

No se menciona

Por Juan Montes – 27/05/2025


Era el año 1999 y faltaban pocos meses para la llegada del nuevo milenio.

En un living cualquiera, un televisor lleva horas encendido con videoclips de estética futurista. Un VJ de MTV aparece en pantalla y presenta el siguiente video: If You Had My Love de Jennifer Lopez. Entre habitaciones blancas de brillo cromado y texturas gris metálico, Jlo aparece siendo observada por sus fans a través de cámaras conectadas a internet; una fantasía livestream que en ese momento parece salida de una historia de ciencia ficción. Todo parece indicar que el futuro está más cerca de lo que imaginamos.

¿Por qué todo se veía más futurista que ahora? La década de los noventa estuvo marcada por una época de desarrollo y consumismo, propio de un mundo globalizado. Todo indicaba que el futuro que soñábamos en los videoclips estaba a punto de hacerse realidad. Y de pronto, se rompió la burbuja. Los videos que nos sumergían en esa estética del mañana comenzaron a volverse más crudos, más sombríos… Y ese futuro nunca llegó.

Una era llena de optimismo

La euforia por la llegada del año 2000 marcaba no solo un cambio de calendario, era la puerta de entrada hacia ese futuro que tanto idealizamos. Una celebración cargada de optimismo e impulsada por una industria tecnológica en plena expansión que prometía cambiar al mundo.

Desde mediados de los noventa, los videoclips empezaron a proyectar un imaginario futurista e interconectado, al que podíamos acceder a través de nuestras pantallas. Directores como Hype Williams en el mundo urbano y Simon Brand en Latinoamérica, dieron vida a mundos sacados de un futuro que exclamaba ser no tan lejano, utópico y totalmente maximalista. 

Este universo visual ya se venía gestando desde mediados de los noventa con Scream (1995), de Michael Jackson y Janet Jackson. Una nave espacial monocromática que fue el escenario perfecto para este video dirigido por Mark Romanek, y con un presupuesto de siete millones de dólares es al día de hoy considerado el videoclip más caro de la historia.

La llegada del nuevo milenio

La noche del 31 de diciembre de 1999 fue una fiesta en cada rincón del planeta. Desde Times Square hasta Copacabana, el mundo celebraba con lásers y fuegos artificiales. Ansiosos por imaginar cómo impactará el nuevo milenio en nuestras vidas, nos preguntamos: ¿autos voladores? ¿pantallas táctiles en cada esquina?

A puertas del año 2000, el futuro ya se vive en la cotidianidad: iMacs y Game Boys con carcasas transparentes y en colores saturados, Discmans y estéreos con diseños metálicos, teléfonos de línea que brillan con luces neón al sonar. En el cine, The Matrix presenta hackers que desafían realidades virtuales, mientras que los videoclips de MTV convierten la música visual en visiones tecno-utópicas: desde los Backstreet Boys con Larger Than Life rodeados de robots y naves espaciales, hasta Janet Jackson con Doesn’t Really Matter inspirada en un Tokyo futurista; ambos videos fueron dirigidos por Joseph Kahn

El futuro que imaginábamos en aquel entonces estaba lleno de colores cromados junto al azul, el naranja brillante y tonos blancos. Superficies metálicas y diseños maximalistas definían ciudades posmodernas, con curvas que evocaban la metrópolis del mañana. El CGI de la época, aunque a veces no tan logrado, aportaba el toque surrealista de videos como Independent Women, Pt.1 de Destiny’s Child o Holler de Spice Girls, que intensificaban el artificio e imaginario futurista de la época.

Pero no todo era optimismo. Corre el rumor del fin del mundo cuando el reloj marque las doce. El Y2K bug advertía que las computadoras serían incapaces de reconocer el año 2000 y todo podría colapsar. Algunos videos hacen eco a este rumor como Waiting for Tonight, pero cuando llega el 01/01/00, no sucede nada. Superado aquel temor nada iba a detener lo que se venía por delante… ¿o sí?

Maximalismo urbano

La estética Y2K en la música visual tiene sus raíces en el hip hop, especialmente en la obra del director Hype Willians. Videos como The Rain (Supa Dupa Fly) de Missy Elliott, Gettin’ Jiggy Wit It de Will Smith o No Scrubs de TLC sitúa a sus protagonistas en decorados salidos del espacio con vestuarios brillantes y luces de neón. Esta estética trascendió la música, influenciando nuestra moda del día a día y el diseño gráfico, donde interfaces digitales con brillos y colores del mañana definieron los primeros sitios web de una Web 1.0 aún en pañales.

En Latinoamérica, Simón Brand capturó esta fiebre con un giro local: en Salomé, Chayanne baila sobre plataformas metálicas y esferas de acero al ritmo de un latin pop; en Regresa a mí, Thalía habita una ciudad posmoderna a través de la tecnología y sonidos electrónicos con autotune.

Era ese deseo de ver las ciudades como protagonistas y donde quizás pronto habitaríamos: Can’t Get You Out of My Head de Kylie Minogue abraza un minimalismo futurista más sofisticado y elegante; mientras que Californication de Red Hot Chili Peppers, convierte California en un videojuego, anticipando un posible metaverso. Pero incluso bajo ese brillo, algunos videos insinúan también un futuro más oscuro: Stronger de Britney Spears, con una estética pop más sombría, o Irresistible de Jessica Simpson, que mezcla moda urbana con un aire cyberpunk. 

Esta estética es más que un estilo; es el reflejo de una era que abraza el consumismo, la globalización y la tecnología. Cada videoclip es una apuesta por un futuro donde todo parece posible, aunque el nuevo milenio está a punto de quebrar esa promesa. No todo el mundo sigue esa celebración: tensiones sociales y políticas sugieren que el sueño globalizado no es tan universal como parece.

Cuando el futuro se quebró

La estética Y2K, con sus colores metálicos y brillos hipnóticos, envolvía la imaginación colectiva en 2001. En Nueva York, la emoción de la época se siente en cada rincón, en una semana llena de hitos para la música: Britney estrena su nuevo single “I’m a Slave 4 U” en los VMAs con una pitón albina sobre sus hombros; y en el Madison Square Garden, Michael Jackson celebra su 30 aniversario con numerosos artistas invitados.

Pero una mañana en Manhattan de cielo despejado, un Boeing viaja a toda velocidad por los aires e impacta contra el World Trade Center. Las pantallas empiezan a transmitir en vivo imágenes del 9/11 que parecen salidas de una distopía, aunque esta vez ya no es ficción. MTV interrumpe su programación habitual de videoclips para mostrar un presente crudo y violento. Todo empieza a desmoronarse: son los últimos momentos de ese universo Y2K que tanto añoramos.

Del futuro utópico al presente incómodo

El optimismo de los videoclips no sobrevivió a la incertidumbre post-9/11. La estética Y2K, impulsada por el consumismo, simplificaba el futuro como un paraíso tecnológico, ignorando realidades globales. La crisis económica de Argentina en 2001 y otras tensiones globales quebraron toda narrativa de progreso futurista. La industria musical, golpeada por la recesión y la piratería, redujo presupuestos para videoclips, dando paso a estéticas más crudas y narrativas humanas, contestatarias centradas en lo humano, en lugar de los excesos tecnológicos del Y2K.

Obras como el video de American Life de Madonna enfrentan censura con su crítica al consumismo y la guerra de Irak; por otro lado Green Day con American Idiot, se manifiesta contra el establishment y captura el descontento de una era. El pop abraza figuras de espíritu rebelde como Avril Lavigne y el video Complicated; mientras otros videos se enfocan en mensajes pacíficos como Where is the love? de The Black Eyed Peas.

La cultura visual se fragmenta, y el futurismo Y2K da paso a nuevas estéticas y movimientos visuales: desde el estilo McBling hasta el emo; pasando por los rodajes de guerrilla que fueron de uso primordial en los videoclips de los 2000, como respuesta a un contexto económico difícil y a la urgencia de comunicar una nueva estética, una energía o una identidad propia.

El legado

El universo visual de If You Had My Love se volvió realidad: hoy estamos cada vez más conectados con la música de nuestros artistas preferidos a través de pantallas. La música se consume de otro modo donde todo es visual, inmediato, y listo para compartir. Pero, ¿aún nos inspira pensar en el futuro?

La promesa del futuro se convirtió en una distopía del día a día, más cercana a Black Mirror. Tal vez no estamos abrazando el mañana como deberíamos. Hoy los autos no vuelan, pero vivimos atravesados por redes sociales, inteligencia artificial y una hiperconexión que trajo desinformación, fake news y preocupaciones por la privacidad.

La estética Y2K reaparece hoy en nuevas producciones, desde Rosalía a Charli XCX, como un eco de un futuro que nunca llegó. Una estética retrofuturista más parecida a un refugio nostálgico que una nueva proyección hacia lo que se viene. ¿Por qué los 2000 se veían más futuristas que ahora? ¿Fue el Y2K solo una fantasía comercial, o había un verdadero deseo de progreso?

El videoclip ya no sería una ventana al futuro, sino un espejo de lo que más nos duele. Así terminó la era Y2K: no con un glitch informático, sino con un shock de realidad que obligó a la música visual a reinventarse. Y en esa reinvención, surgieron nuevas formas de contar, más crudas, más íntimas, más humanas.

Hoy nuevas urgencias como guerras, discursos de odio y el cambio climático nos desafían. Tal vez el futuro no llegó porque lo miramos desde el lente equivocado. El videoclip, que alguna vez nos hizo soñar, podría ser el espacio donde nuevos creadores imaginen lo que viene, pero desde un lugar más consciente. Quizás allí en ese formato aún haya espacio para soñar.

MÚSICA

VISUAL

LABELS

PRODUCTORAS

Más Insights

Lo Último

¡Tu video fue inscripto con éxito!

Ya forma parte de los BAMV Picks.