Inmersión, el nuevo proyecto de Javiera Mena, es un viaje introspectivo que fusiona una estética íntima y fotográfica en videoclips y visualizers. La artista chilena crea un universo que celebra su talento para reinventarse a 20 años de su álbum debut.
En esta entrevista exclusiva con BAMV, Javiera se sumerge en el universo visual de su música: rodajes bajo el agua, entrega creativa, activismo y la necesidad de construir personajes que amplifiquen lo personal hacia un plano político.
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Inmersión no es solo un disco, es un universo sensorial que se refleja tanto en el sonido como en las imágenes. ¿Cómo nació ese mundo? ¿Lo visualizaste desde la concepción de lo sonoro?
Sí, se fue dando. Creo que el universo primero existió en lo sonoro, y lo que siempre me suele pasar es que el sonido ya empieza a transmitir imagen. Es algo muy mágico que siempre ocurre.
En mis discos —y en general en la música, pero en mi caso particular— siento que hay imágenes bastante directas. Sobre todo en este último, donde aparece esa sensación de estar inmerso. Todo el disco tiene un hilo conductor que no fue buscado, sino que surgió naturalmente, y que tiene que ver con el agua, con estar debajo del agua. Y eso también se relaciona con las emociones.
Tu imagen sumergida en el videoclip de Mar de Coral captura la esencia del proyecto. ¿Cómo viviste esa experiencia en lo físico y en lo emocional?
Para llevar Inmersión a lo visual, trabajé con mi amiga Miche, de Parda, con quien ya había hecho La Isla de Lesbos y Amuleto. Ella propuso grabar todo bajo el agua, y aunque al principio me parecía imposible, terminó siendo lo más natural. Fue muy difícil hacer ese video, una de las experiencias más desafiantes de mi carrera.
También fue un ejercicio de confianza total. La pileta tenía dos metros de profundidad, pero con un lastre que me hundía y un buzo que me pasaba oxígeno. Pero sentía que todo estaba bajo control. Estuve sumergida por períodos de media hora, después se fueron extendiendo. El agua no está hecha para los seres humanos: hay que adaptarse, es un entorno muy hostil para estar tanto tiempo. Y lo loco es que cuando la gente lo ve no se da cuenta de lo mal que yo la estaba pasando en ese momento.
Inmersión también se destaca por tu colaboración con Santiago Motorizado. ¿Cómo fue esta incorporación en este universo tan de Javiera Mena?
Fue una colaboración genuina. Le gusta mucho mi música, y me di cuenta de que le encanta de verdad, yo también quise invitarlo por lo mucho que lo admiro. Quise que Santiago se sintiera cómodo, pero también lo llevé a mi mundo de fantasía. Yo estoy como en un personaje de Juana de Arco, y la intención era trasladarnos a una época indefinida: que no fuera algo moderno, pero tampoco ciencia ficción.
Representamos un diálogo simbólico: yo sumergida, él fuera del agua, como un consejero. En un momento, salgo, respiro y me libero del peso, de la ropa, del látex.
Mucho antes de los ‘core’ en internet, tus videos ya construían una identidad visual única, del indie sleaze al surrealismo y el vaporwave. ¿Cómo fusionás esos mundos visuales con tu música y cómo planificás tus reinvenciones estéticas?
Los videoclips son complejos: te confieso que he descartado algunos en los que invertí mucho porque no me convencían. Encontrar el match visual y musical es muy complicado.
Sigo mi intuición para elegir con quién trabajar, guiándome con el feeling que se genera entre nosotros. Por ejemplo con Luis Cerveró, hicimos Espada y Luz de piedra de luna, y fue un gol y match total para mi y para mi carrera. Él que forma parte de la productora CANADA —que después terminó haciendo cosas súper top, como para Dua Lipa— y eso nació puramente porque le gustaba mi música.
¿Cómo elegís a los directores de tus videoclips y qué buscás en esa colaboración creativa?
Yo apuesto a que la gente que admiro trabaje conmigo. Y eso también es difícil, porque soy una artista independiente, y hoy en día la industria está súper despiadada. Creo que para los presupuestos limitados que yo trabajo, muchos realizadores no quieren arriesgarse.
El realizador al que le entrego mi confianza lo puede leer fácilmente, y también me entrego. Tenemos un par de conversaciones, reuniones, y ahí vamos desarrollando la idea.
No soy de poner tantas barreras una vez que entregué la confianza. Me gusta dejarme llevar, hacer lo que me pidan. Y creo que eso ayuda mucho. Al contrario de lo que se piensa, de que hay que estar encima, a mí me gusta darle mucha libertad a los realizadores.
Inmersión abre una nueva etapa en tu trayectoria, con una estética onírica, fotográfica y surrealista, como se ve en Nana Nana. ¿Qué aspectos de esta identidad visual querés mantener y cuáles te gustaría transformar en el futuro?
Yo creo que necesito seguir desarrollando mi personaje, porque es algo que siempre me estoy cuestionando y a veces me equivoco también. Es algo que pienso mucho. Me encanta cómo lo expresaste “oníricio y surrealista”, que es algo que siento que la tendencia no va hacia ese lado y me gusta estar un poco demodé, un poco más outsider. Musicalmente y estéticamente también, lo mío no va a lo que está pegando. Me gusta verme cómoda en el personaje que voy a entregar para sentirme tranquila, eso es muy importante.
¿Y hacia dónde ir? Yo creo que seguir profundizando este personaje, tiene que ver mucho con el surrealismo y la ensoñación de estar en un mundo, en una ciudad, pero como trastornada por los encantos del enamoramiento. Yo soy una trovadora contemporánea que habla mucho del amor, del deseo, del romance en el siglo XXI y desde un personaje también algo trastornado.
Hay una mirada muy cinematográfica en todo este universo de Inmersión: desde lo sonoro al relato visual. ¿Qué películas, directores o estéticas te inspiraron en este proceso creativo?
Sí, me gustan los clásicos. Tampoco sé mucho de cine, pero me gusta mucho Fellini, y justo ayer vi Roma, me pareció una locura. También Persona de Bergman, que me hace reflexionar sobre el amor y el deseo, y que me marcó mucho mientras estaba haciendo el disco.
También veo muchas series con carga filosófica, como Dark, que tiene toda esa metafísica y los viajes en el tiempo. Game of Thrones no sé si tanto estéticamente, pero sus guiones me inspiran mucho. Lo mismo con Succession, que habla del poco amor que hay cuando hay mucho poder. Y eso me inspira un montón.
Es fascinante cómo tus emociones terminan convirtiéndose en imágenes. En BAMV creemos que el futuro de la música es profundamente visual.
Totalmente, estoy muy de acuerdo.
Y estoy tratando de entender y poder integrarme desde mi sitio a TikTok, por ejemplo, que es muy visual. Me ha costado porque va todo muy rápido, pero creo que si lo engancho, puedo hacerlo bien.
Es todo muy breve, me parece demasiado breve. Y ahí te das cuenta: tengo amigas más jóvenes que ya crean las canciones pensando en TikTok. Y eso también tiene que ver con lo visual, ¿no? ¿Cómo voy a comunicar este pedacito de mí, esta vulnerabilidad mía, en un extracto de 10, 15 segundos? Es otro mundo.
Y creo que todo va para allá, y para allá vamos todos también
Es visual, pero también es rápido, yo creo que eso es parte del arte también. Hay que adaptarse. Por un lado está la obra cinematográfica que puedas entregar, pero también es importante cómo vas mostrando un día a día muy visual en la música.
Tu obra siempre lleva un statement político muy presente. ¿Cómo sentís que esa mirada se mantiene o se transforma dentro de tu estética?
Tiene que ver con ser mujer y con ser lesbiana, que al día de hoy son dos sitios muy políticos. Eso ha estado muy presente: una mujer lesbiana hablando —sobre todo en mis videoclips— de amor entre chicas.
También creo que el vestuario es muy importante porque dice mucho cómo estás vestida; eso es muy político también. La persona que hace el vestuario es casi como un músico más, y juntos vamos diseñando cómo voy a estar vestida yo como mujer. Para mí tres cosas son fundamentales: generar mi propio personaje, el vestuario, y que yo sienta que va a decir algo.
También es muy fuerte porque las mujeres hemos sido muy iconizadas como divas en la música. Entonces, es cómo voy a usar ese lugar también para mostrarme ante otras chicas.
Está eso de hablar livianamente y de una manera muy pop y luminosa sobre el amor entre chicas. Eso está muy presente, en el último video no, pero en muchos de los otros sí. Y eso yo creo que ha calado muy políticamente también.